“A veces llega un momento
en que, te haces viejo de repente. Sin arrugas en la frente, tengo ganas de
morir…”
Utilizando la
fotografía como espejo he observado que, en lo que se refiere a expresiones los
seres humanos vencemos.
Tenemos un nivel de
compenetración que se sale de la línea. Unos ríen, otros hacen reír a otros
simplemente no les hace gracia. ¡Qué ariscos!, enseguida buscarán con la mirada
a otro arisco qué esté presente.
Las lágrimas, otro punto,
importante claro. ¿Quién no ha llorado alguna vez?
Aviso: quién diga yo,
miente.
Somos unos tópicos…la
alegría se puede expresar de muchas formas, la tristeza también y la
indiferencia y la locura y el amor… y muchas más que nos pasan todos lo días, y
que cada día afrontamos diferente.
La senda del tiempo nos
marca mucho más que el paso de los años. Nos
recuerda que hubo un antes y un después, pero que seguimos aquí.
A veces el ser humano se
vuelve opaco. Nos acecamos y nos estancamos y eso en esta vida real no es posible,
la opacidad aquí no da buenos resultados y en fotografía menos.
Hablemos del diafragma
fotográfico de los seres humanos por ejemplo (el iris del objetivo que permite
la entrada de luz). Hay personas que son opacas completamente, estas no permiten expresar nada más que lo que ya se
ve. Algunas otras son traslúcidas y las hay transparentes por completo. La
diferencia en los seres humanos es que la luz entra siempre, pero somos
nosotros quienes preferimos vendarnos los ojos.
Quería deciros algo que ya
sabéis; que el tiempo pasa, que la vida sigue y que somos hoy lo que ayer
fuimos.
Todo lo que hacemos en la
vida es importante, absolutamente todo.
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