Ayer leyendo la biografía de Steve Jobs me he pausado en una
buena reflexión.
Apple salió a Bolsa en la mañana del 12 de diciembre de
1980.
A sus veinticinco años, era un hombre con 256 millones de dólares.
Treinta años después de que Apple saliera a la Bolsa,
reflexionaba acerca de lo que había supuesto para él ganar tanto dinero de
pronto:
Nunca me preocupé por le dinero. Me crié en una familia de
clase media, así que nunca pensé que me fuera a morir de hambre. Además, en
Atari aprendí que podía ser un ingeniero decente, por lo que siempre supe que
podría arreglármelas. Fui pobre por voluntad propia cuando asistí a la
universidad y viajé a la India, y llevé una vida bastante sencilla incluso
cuando trabajaba. Así que pasé de ser bastante pobre, lo que era estupendo
porque no tenía que preocuparme por el dinero, a ser increíblemente rico, punto
en el cual tampoco tenía que preocuparme por el dinero.
Yo veía a gente en Apple que había ganado mucho dinero y que
sentía que debía llevar una vida diferente. Algunos se compraron un Rolls Royce
y varias casas, cada una con un encargado, y tenían que contratar a un
encargado para controlar a los demás encargados. Sus esposas se hacían la cirugía
estética y se convertían en personas extrañas. No es así como yo quería vivir.
Era una locura. Me prometí a mí mismo que no iba a permitir que el dinero me
arruinara la vida.
Ojalá, que cuando termine de leerme el libro pueda verificar
esta importante promesa.
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